lunes, 6 de septiembre de 2010

6 de septiembre - Golpe de estado contra Yrigoyen

En 1930 se produjo una crisis económica mundial que comenzó un año antes en los EE.UU. Debido al funcionamiento integrado de la economía mundial, la crisis norteamericana repercutió en Europa y en los países que dependían de ella, como Argentina.
Nuestro país vio seriamente alterado su progreso al no entrar capitales estadounidenses y las gravísimas consecuencias se hicieron sentir enseguida. Se suspendieron los créditos de los bancos extranjeros, se paralizaron los negocios, el país quedó sin las recaudaciones de los impuestos provenientes de las actividades de exportación e importación.
En esta situación el gobierno radical no podía otorgar más créditos a los estancieros, no podía crear más cargos públicos que daban trabajo a los sectores medios, los salarios se deterioraron, aumentó la desocupación.
Dentro de esta situación, la oposición al presidente Yrigoyen se hizo cada vez más fuerte desde los distintos sectores: conservadores, antipersonalistas, estudiantes universitarios, grupos de militares y las empresas norteamericanas afectadas por la política petrolera.
Aprovechando la dificultad de la situación y la imposibilidad del gobierno de dar respuestas, un grupo de militares a las órdenes del general José Felix Uriburu y Agustín P. Justo expulsaron a Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930.
Los militares golpistas estaban apoyados por grupos conservadores y por las empresas norteamerianas. Además, decían representar la disconformidad del pueblo con el gobierno radical. Hipólito Yrigoyen se convertía así en el primer presidente constitucional derrocado por un golpe de Estado.
E 8 de septiembre el general Uriburu (1930-1932) asumió el Poder Ejecutivo reteniendo también las faucultades legislativas derivadas a él por la clausura del Congreso. Este golpe inauguró la década infame, una época marcada por la corrupción y el fraude electoral.
Agustin P. Justo (1932-1938) firmó el pacto Roca Runciman, con desventajas comerciales para el país. Roberto M. Ortíz (1938-1942) triunfó en elecciones fraudulentas. Impulsó tímidas medidas democráticas. Renunció al cargo por enfermedad. Ramon Castillo (1942-1943), vicepresidente de Ortíz, lo sucedió tras su retiro. Retomó la tradición del fraude y fue depuesto por el general Rawson.
La revolución del 30 sentó el precedente de futuras intervenciones militares en la vida política del país, ya que apartir de ese momento se había iniciado en la Argentina un período en el que los gobiernos constitucionales alternarían con gobiernos de facto, o sea gobiernos militares que llegaban al poder por el uso de la fuerza. Se quebraba así la continuidad y estabilidad de las reglas de convivencia de la sociedad y del sistema democrático.



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